Ya es de noche otra vez, el agua de mi vaso esta helada, un poco menos helada que la temperatura del ambiente, y sé que el silencio está entre mi corazón y alma (aunque no sé si existe el alma y que el corazón sea tal cosa que explote de amor). Corrí las cortinas para dejar entrar la poca luz que surca por la noche. Está nublado y las nubes se ven de un color rojizo esfumado por el plomo. Mis perros ladran. Sé que no son míos pero ya son parte de mí, como las palabras y esas canciones que me hacen llorar como “El baile y el salón”. “Extrañaba este lugar de mi cabeza” –pienso en este momento que para ti será otro que es el exacto y te quedaras imaginando la expansión del universo a través del tiempo y el nuestro.- No sé si antes lo he escrito, tal vez solo lo he dejado rodando en mi cabeza, pero tengo que confesar que hay días que temo mirar al cielo nocturno; De noche es inmenso, mas inmenso que el limpio cielo deslumbrante. Voy detrás de mis pasos por gusto, porque si fuese necesario caminaría de nuevo por donde mismo, aquellos pasajes no se olvidan, como esa calle “Recabarren” o “12 de Febrero”. ¿Alguien me mira de frente? “Sacale provecho, no queda mas que hacer eso, oiga pue’” Yo solo niego aquel sentimiento. NI siquiera sé lo que estoy diciendo. No sirve. Comenzare de nuevo. Partiré por alimentarme mejor.
Creo que el agua me entro en los pulmones.
efecto de la introspección?
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